Te gusta Olivero Girondo?

A MÍ

Los más oscuros estremecimientos a mí

entre las extremidades de la noche

los abandonos que crepitan

cuanto vino a mí acompañado

por los espejismos del deseo

lo enteramente terso en la penumbra

las crecidas menores ya con luna

aunque el ensueño ulule entre mandíbulas transitorias

las teclas que nos tocan hasta el hueso del grito

los caminos perdidos que se encuentran

bajo el follaje del llanto de la tierra

la esperanza que espera los trámites del trance

por mucho que se apoye en las coyunturas de lo fortuito

a mí a mí la plena íntegra bella a mí hórrida vida

Comments

  • Llorar a lágrima viva.

    Llorar a chorros.

    Llorar la digestión.

    Llorar el sueño.

    Llorar ante las puertas y los puertos.

    Llorar de amabilidad y de amarillo.

    Abrir las canillas,

    las compuertas del llanto.

    Empaparnos el alma,

    la camiseta.

    Inundar las veredas y los paseos,

    y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

    Asistir a los cursos de antropología,

    llorando.

    Festejar los cumpleaños familiares,

    llorando.

    Atravesar el África,

    llorando.

    Llorar como un cacuy,

    como un cocodrilo...

    si es verdad

    que los cacuies y los cocodrilos

    no dejan nunca de llorar.

    Llorarlo todo,

    pero llorarlo bien.

    Llorarlo con la nariz,

    con las rodillas.

    Llorarlo por el ombligo,

    por la boca.

    Llorar de amor,

    de hastío,

    de alegría.

    Llorar de frac,

    de flato, de flacura.

    Llorar improvisando,

    de memoria.

    ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

    Oliverio Girondo

  • CANSANCIO

    Y de los replanteos

    y recontradicciones

    y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado

    y de los repropósitos

    y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables

    y del revés y del derecho

    y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios

    y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos

    recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos

    repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje

    y treta terca en tetas

    y recomienzo erecto

    y reconcubitedio

    y reconcubicórneo sin remedio

    y tara vana en ansia de alta resonancia

    y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario

    y poro loco

    y parco espasmo enano

    y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico

    cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos

    de tanto error errante

    y queja quena

    y desatino tísico

    y ufano urbano bí**** hidefalo

    escombro caminante

    por vicio y sino y tipo y líbido y oficio

    recansadísimo

    de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea

    y de la revirgísima inocencia

    y de los instintitos perversitos

    y de las ideítas reputitas

    y de las ideonas reputonas

    y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias

    desde qué mares padres

    y lunares mareas de resonancias huecas

    y madres playas cálidas de hastío de alas calmas

    sempiternísimamente archicansado

    en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio

    remeditativo o remetafísico y reartístico típico

    y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua

    y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas

    y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras

    simplemente cansado del cansancio

    del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento

    y al silencio

  • NO SE ME IMPORTA UN PITO...

    No se me importa un pito que las mujeres

    tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;

    un cutis de durazno o de papel de lija.

    Le doy una importancia igual a cero,

    al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco

    o con un aliento insecticida.

    Soy perfectamente capaz de sorportarles

    una nariz que sacaría el primer premio

    en una exposición de zanahorias;

    ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,

    bajo ningún pretexto, que no sepan volar.

    Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

    Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,

    tan locamente, de María Luisa.

    ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?

    ¿Qué me importaban sus extremidades de palmí****

    y sus miradas de pronóstico reservado?

    ¡María Luisa era una verdadera pluma!

    Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,

    volaba del comedor a la despensa.

    Volando me preparaba el baño, la camisa.

    Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...

    ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,

    de algún paseo por los alrededores!

    Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.

    "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,

    ya me abrazaba con sus piernas de pluma,

    para llevarme, volando, a cualquier parte.

    Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia

    que nos aproximaba al paraíso;

    durante horas enteras nos anidábamos en una nube,

    como dos ángeles, y de repente,

    en tirabuzón, en hoja muerta,

    el aterrizaje forzoso de un espasmo.

    ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,

    aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!

    ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...

    la de pasarse las noches de un solo vuelo!

    Después de conocer una mujer etérea,

    ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?

    ¿Verdad que no hay diferencia sustancial

    entre vivir con una vaca o con una mujer

    que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

    Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender

    la seducción de una mujer pedestre,

    y por más empeño que ponga en concebirlo,

    no me es posible ni tan siquiera imaginar

    que pueda hacerse el amor más que volando.

    Olivero Girondo

    Un Abrazo.

  • NO SOY QUIEN ESCUCHA...

    No soy quien escucha

    ese trote llovido que atraviesa mis venas.

    No soy quien se pasa la lengua entre los labios,

    al sentir que la boca se me llena de arena.

    No soy quien espera,

    enredado en mis nervios,

    que las horas me acerquen el alivio del sueño,

    ni el que esta con mis manos, de yeso enloquecido,

    mirando, entre mis huesos, las aridas paredes.

    No soy yo quien escribe estas palabras huerfanas.

    Olivero Girondo

    Saludos Corazoncito.

  • Me encanta, no pondre un poema como los demas, solo te dire que su poesia me hace llorar, recordar amores perdidos, y anhelar vivir mas, enamorarme para llorar otra vez al leer sus poemas. Sentir la vida entre sus lineas y que queden en mi cabeza sonando por dias sus palabras.

  • Bueno él no tanto, pero su escritura sí, sobre todo en la masmédula

  • ALTA NOCHE

    De vértices quemados

    de subsueño de cauces de preausencia de huracanados rostros que trasmigran

    de complejos de niebla de gris sangre

    de soterráneas ráfagas de ratas de trasfiebre invadida

    con su animal doliente cabellera de líbido

    su satélite angora

    y sus ramos de sombras y su aliento que entrecorre las algas del pulso de lo inmóvil

    desde otra arena oscura y otro ahora en los huesos

    mientras las piedras comen su moho de anestesia y los dedos se apagan y arrojan su ceniza

    desde otra orilla prófuga y otras costas refluye a otro silencio

    a otras huecas arterias

    a otra grisura

    refluye

    y se desqueja

    Oliverio Girondo

Sign In or Register to comment.